Una historia de amor fraternal única |
Un romance flojo pero intenso |
La película narra la historia de Jean Valjean (Hugh Jackman) y su particular camino de redención, desde sus días como prisionero en una cárcel hasta convertirse, con otra identidad, en alcalde de una ciudad francesa. Vlajean se hará cargo de la hija ilegítima de una mujer, Fantine (Anne Hathaway) que es apresada después de ser obligada a prostituirse para poder ganar dinero con el que mantener a su criatura. Los años pasarán y esa niña se convertirá en la bella Cosette (Amanda Seyfried), al tiempo que las suspicacias del inspector Javert (Russell Crowe) crecerán en lo que respecta al pasado de Valjean.
La escena inicial de Los Miserables anuncia, con gran habilidad y espectacularidad, que nos encontramos ante una superproducción y, sin duda, la adaptación más imponente que se ha hecho hasta la fecha de la obra literaria de Victor Hugo. Los Miserables cuenta una historia de venganza, miseria, sueños rotos, salvación, estoicismo, muerte y, sobre todo, amor… Amor en todas sus acepciones. La cinta de Hooper comienza de una forma soberbia, con secuencias emocionantes y profundamente sentidas, como la magnífica interpretación de Jackman de Valjean’s Soliloquy, que actúa de preludio de una actuación memorable, y otros momentos que pasarán a la historia por su excepcional dramatismo, como la aparición de Hathaway en pantalla y su posterior lucimiento cantando I Dreamed A Dream, sin duda alguna lo mejor de la película (uno de los Oscars más claros del año). El problema es que Les Misérables no mantiene el ritmo, nos reímos con las escenas de Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen (las únicas que pueden presumir de tener una coreografía decente) y disfrutamos con la única canción escrita e interpretada especialmente para el largometraje, Suddenly, pero pasado eso, hacia la mitad, el desarrollo de la historia se vuelve tedioso, especialmente cuando se centra en la historia del amor, la cual además no consigue llegar al espectador como debería. Afortunadamente la cinta se recupera en el fragmento dedicado a la revolución, es entonces cuando todo se vive con más intensidad, cuando cada pequeña batalla se recrea con tal entusiasmo y precisión que el espectador queda impresionado y satisfecho de inmediato.
Si hay algo de Los Miserables que pocas críticas negativas puede recibir son las interpretaciones. Los principales ataques en este sentido han ido dirigidos a Russell Crowe, pero siendo éste el único actor con menos experiencia en este tipo de producciones su interpretación de Javert es una de las mayores y más agradables sorpresas que me he encontrado en este largometraje; una voz peculiar pero que casa a la perfección en un personaje oscuro y malévolo pero que guarda cierta bondad en su interior (impecable su última escena). Los primeros planos que tanto utiliza Hooper y que tantos detractores le han causado permiten a los actores exhibirse, bien es cierto que en determinados momentos la escasez de imágenes en movimiento puede ocasionar cierto molestar en el público, el cual sin duda agradecería algún plano abierto, pero estos defectos se suplen con una magnífica ambientación y una carga emocional que no alabar sería un disparate.
Hathaway en el papel de su vida |
Un magnífico Crowe |
El tramo final de la película es el que ha hecho que Jackman gane el Globo de Oro y aspire al Oscar. Pero no sólo eso, porque la escena final es de esas que cuesta olvidar, que quedan grabadas en la memoria y que probablemente jamás se marche de ahí.
Puede que Los Miserables no te haga llorar, porque la verdad es que no es la película más emotiva que se ha estrenado en el último año, pero sin duda te hará sentir. Es evidente que no estamos ante la mejor película del año, tiene fallos que desde el punto de vista cinematográfico la hacen muy criticable, y tampoco es el mejor musical que se ha hecho nunca, pero Los Miserables tiene algo que la convierte en especial y que, al menos a una servidora, ha sabido cómo conquistar.
Lo mejor: Las interpretaciones de Jackman y Hathaway, el primer tramo de película y la banda sonora.
Lo peor: La dirección de Hooper deja mucho que desear. Además, puede resultar lenta y pesada en varios momentos.
Nota: 8,5/10
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